lunes, 12 de marzo de 2012



Slow Food: los defensores de la diversidad gastronómica.


Probar alimentos desconocidos, preparados de acuerdo a métodos y recetas locales, es uno de los mayores placeres del viaje. Pero, en un mundo que tiende hacia la producción masiva de alimentos uniformes para todo mundo, implica también una responsabilidad. Ésa es, al menos, una de las ideas que sostiene el movimiento Slow Food.
Comencemos por desmentir: Slow Food no es un mero juego de palabras ni el capricho de un grupo de globalifóbicos radicales ni vagos glotones, sino el nombre de un movimiento comprometido con la diversidad agrícola, cultural y culinaria del mundo. Un mundo en el que la comida rápida o fast food y sus sabores empaquetados han cruzado todas las fronteras: cuando viajamos encontramos locales de esa comida con el nombre de las grandes empresas trasnacionales hasta en las más remotas y pequeñas poblaciones del planeta. Su éxito internacional radica en gran medida en los millones de dólares que se invierten en publicidad, pero también en el precio tan reducido al que se venden sus productos, con los que muchas veces no puede competir la comida artesanal de fondas y restaurantes, aunque sea de mejor calidad.
La mayoría nos hemos acostumbrado a este fenómeno y lo hemos aceptado pasivamente, pero en 1986 Carlo Petrini, un periodista italiano, dijo “basta” cuando una cadena estadounidense decidió instalarse en la Piazza di Spagna en Roma. Petrini empezó un movimiento pacífico y didáctico al que llamó Slow Food, lo contrario de fast food. Este movimiento se preocupa por contrarrestar la tendencia a convertirnos en un mundo de sabores universales, donde no se respeten las tradiciones de cada país, de cada región y aun de cada población, y por defender las especies vegetales y animales, protegiendo a las que están en peligro de extinción.
Desde sus inicios, la sede del movimiento está en Bra, una pequeña ciudad piamontesa cerca de Turín. En 1989 Slow Food se convirtió en una asociación internacional y actualmente cuenta con 83 mil socios en 122 países, y subsedes, por orden de nacimiento, en Alemania, Suiza, Estados Unidos, Francia y Japón. El emblema de la organización es el caracol, símbolo de la lentitud, que sirve de amuleto contra la ajetreada vida actual, que a veces nos impide tomar si quiera el tiempo necesario para disfrutar de una sabrosa comida.
El objetivo de la organización es dar la debida importancia al placer gastronómico que proporcionan los alimentos, aprendiendo a disfrutar de la diversidad de sabores y recetas, a reconocer la variedad tanto de los lugares de producción, como de los campesinos que hacen la cosecha y de los artesanos que los preparan, y a respetar el ritmo de las estaciones del año. Pero Slow Food propone además añadir un nuevo sentido de responsabilidad a la búsqueda de este placer y al derecho que todos tenemos de disfrutarlo: ese enfoque fue denominado “ecogastronomía”, y engloba el respeto y el estudio de la cultura enogastronómica (vino y comida) y el apoyo a los que se ocupan de defender la biodiversidad agroalimentaria en el mundo.
Pues la alimentación está íntimamente ligada a la cultura. Los productos reflejan la esencia de su lugar de origen y la técnica de su manufactura, muchas veces centenaria, enseñada de padres a hijos. A diferencia de un refresco embotellado de determinada marca, que sabe igual en México que en Italia o en cualquier otro lugar del mundo, ya que se prepara a base de una fórmula química exacta, el sabor de un vino, un queso, un prosciutto, un café o un aceite de oliva depende de muchos factores controlados por la naturaleza, y puede variar no sólo por circunstancias geográficas de una zona a otra, sino también por circunstancias climatológicas de un año a otro dentro de la misma zona, como se demuestra claramente en las añadas de los vinos.
La red de miembros de Slow Food está organizada en grupos locales, que se llaman Condotte en Italia y Convivios en el resto del mundo. Cada convivio está dirigido por líderes que se encargan de organizar cursos, degustaciones y comidas en las que los miembros disfrutan de deliciosos platillos y vinos, aprendiendo a valorar y apreciar los productos locales de cada país o región. En la actualidad, hay más de 1000 convivios en el mundo repartidos en 100 países, incluidoArgentina


DETRÁS DE UN BUEN ALIMENTO, UN BUEN ARTESANO


Terra Madre, la iniciativa más reciente de Slow Food, es un foro para aquellos que quieran cosechar, criar, pescar, distribuir o promover los alimentos de manera que se respete el medio ambiente, se defienda la dignidad humana y se proteja la salud de los consumidores. La idea evoca el concepto de la tierra como madre y divinidad, e introduce un nuevo agente en el campo de la producción alimenticia, la Comunidad del Alimento: el alimento de calidad necesita de una serie de personas de diferentes profesiones para ser producido, distribuido y consumido, para constituir un recurso económico, ambiental, social y cultural. El futuro de la agricultura y del alimento está en manos de muchas personas, de competencias diferentes pero enlazadas entre sí: cocineros, agricultores, pescadores, recolectores de productos espontáneos (como trufas y hongos), ganaderos, investigadores... y todos ellos estuvieron representados en Turín en 2004 por 5 mil participantes de Terra Madre, procedentes de 1200 Comunidades del Alimento distribuidas en 130 países.
Slow Food organiza varios eventos nacionales e internacionales como Cheese, una bienal del queso que se lleva a cabo en Bra, Slowfish, una feria anual en Génova dedicada a la pesca sustentable, y el Salone del Gusto, la mayor feria mundial de comida y vinos de calidad que se realiza cada dos años en el Centro de Exposiciones de Lingotto en Turín. Los“Laboratorios del Gusto”, verdaderas aulas en la que los “alumnos” sentados frente a largas mesas en las que se sirven diferentes productos comestibles y vinos aprenden guiados por expertos en cada materia, el arte de apreciarlos ejercitando todos los sentidos, aprendiendo a la vez la historia y técnica de manufactura de cada producto.
Información sobre esto, los requisitos para hacerse socio y las reuniones que se llevan a cabo en la ciudad donde usted vive, la encontrará en http://www.slowfood.com/. Slow Food en Argentina: info@slowfoodarg.com.ar


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